¿No te encantaría viajar en el tiempo y decirle a tu mamá o papá: ¨Si me haces sentir más aceptada por como soy no tendré relaciones toxicas de adulta¨ o ¨ Recuérdame que equivocarme está bien y no es el fin del mundo.¨ pero es 2019 y por alguna razón todavía no inventan dicha maquina?
¡Pues te tengo buenas noticias, no necesitas una máquina para que tu niña/o interno/a sane todos esos mensajes que fuimos apilando a lo largo de nuestra infancia!
Sabías que entre el nacimiento y los 7 años nuestro cerebro creará el 90% de las conexiones neuronales que usara el resto de su vida? Así es que una gran mayoría de nuestras heridas actuales tienen origen a interacciones y experiencias que nos sucedieron dentro de este lapso de tiempo. ¿Loco no?
¿Y entonces como le hago? Lo haces a través de un proceso llamado re crianza. Es el equivalente de regresar a esos momentos de tu infancia y reemplazar el rechazo, abandono, agresividad, abuso de nuestro papá o la inestabilidad, inseguridad, humillación de nuestra mama por nuestra propia voz actual. La voy del yo de hoy, el yo maduro, compasivo y amoroso.
El primer paso de la re crianza es identificar nuestros detonantes emocionales y entender su origen. Quizás recordarás un comentario de una maestra que te dejo sintiéndote tonto e impotente cada vez que no sabes la respuesta a un problema? O quizás una pequeña interacción donde sentiste que decepcionaste a tus papás que te dispara hoy en día emociones de insuficiencia.
El siguiente paso es verte en ese momento en tu versión de niño/a chico/a y decirte lo que te gustaría que tus papas hubieran podido decir:
¨No importa lo que hagas, eres suficiente y mereces amor y aceptación¨
¨ Nadie espera que seas perfecto solo que seas tu mejor versión de tu¨
¨ Estoy aquí para apoyarte¨
Hoy te inspiro a intentar ubicar esos detonantes e identificar cuál es su raíz. De ahí podrás comenzar a sanar en tiempo real y encontrar un tu lleno de valentía y felicidad.